jueves, 13 de noviembre de 2008

EL APRENDIZAJE BASADO EN PROBLEMAS

Estamos acostumbrados a pensar que enseñar, tanto en la escuela primaria como en los ciclos superiores de la enseñanza, implica desarrollar una serie de contenidos, explicarlos, conducir a los estudiantes a realizar actividades que den cuenta de haber comprendido lo que desarrollamos y, en el mejor de los casos, reconocer que la explicación no fue estéril, dado que las respuestas de los estudiantes dan cuenta de haber alcanzado la comprensión. Se trata de una estrategia habitual, la enseñanza directa, la mayoría de las veces de carácter expositivo. Entendemos que las estrategias de enseñanza son los cursos de acción que diseña y lleva a cabo el docente con el objeto de favorecer la comprensión de los alumnos.
En algunas oportunidades, no asumimos la tarea de explicar, demostrar o ejemplificar, sino que promovemos que los estudiantes indaguen, busquen en diferentes textos las ideas importantes o centrales, consulten a otras personas, asistan a bibliotecas, utilicen algún buscador para encontrar en Internet la información o lean sus manuales. En esos casos estamos promoviendo una enseñanza basada en la indagación o el descubrimiento.
Nos proponemos, en este espacio, dar cuenta de otra estrategia que podría ser la organizadora de una clase o de todo un ciclo de estudios, tal como ya lo efectuamos en el estudio de casos o en el de la enseñanza basada en casos. En esta oportunidad, presentaremos el aprendizaje basado en problemas -ABP- estrategia que entendemos favorecedora de comprensiones profundas y complejas y que ofrece un camino distinto a la enseñanza directa, por descubrimiento o mediante casos.


Remedios Varo, Museo de Arte Contemporáneo, México
¿Qué es y qué no es el aprendizaje basado en problemas?

El aprendizaje basado en problemas es una estrategia de enseñanza en la que se presentan y resuelven problemas del mundo real. La tarea del docente consiste en la selección de situaciones problemáticas y la orientación a los estudiantes para que indaguen en el problema de la manera más amplia y significativa posible con el objeto de llegar a una resolución o conclusión. Son los alumnos los que tienen que comprender el problema y sus alcances y planear los pasos necesarios para su resolución. Esto hace necesario que el problema sea desafiante como para interesar e inquietar pero posible de ser encarado. Quizás, el mayor desafío para los docentes es encontrar la adecuación del problema a las posibilidades cognitivas de sus estudiantes, ni tan simple como para que lo desechen ni tan complejo como para desanimarlos. En relación con ellos, esta estrategia permite que encuentren con facilidad la relación de los conocimientos científicos con la vida real. La clásica pregunta: “¿Para qué tenemos que estudiar y aprender esto?” encuentra en esta estrategia una respuesta al alcance de la mano del docente. Resolver problemas utilizando nuevos conocimientos permite dotar de sentido a esos conocimientos por adquirir.
Más de una vez se ha identificado esta estrategia como si fuera sólo perteneciente al campo de la matemática. Por el contrario, esta estrategia se utiliza, significativamente, en diferentes disciplinas, tales como las pertenecientes al campo de las ciencias sociales o al de las experimentales. Es interesante destacar que los científicos pudieron generar avances en las diferentes ciencias cada vez que identificaron problemas y procedieron a su resolución. Esto hace que reconozcamos el valor del método por sobre las estrategias de enseñanza y como una modalidad de razonamiento de la mujer y del hombre de las ciencias.
En más de una oportunidad, para los estudiantes la situación problemática es confusa y difícil, no cuentan con suficiente información y es probable que al reunirla se encuentren que el problema cambia o se reorienta. Los alumnos deberán identificar, por una parte, lo que saben, y por otra, lo que necesitan saber. Esto los lleva a evaluar constantemente si la información con la que cuentan es suficiente o no para su resolución. En estos procesos evaluativos pueden reformular el problema y formular caminos alternativos para la resolución. Podríamos sintetizar la estrategia en los siguientes pasos: comprensión del problema, elaboración de un plan, puesta en marcha del plan y reflexión o evaluación.
La tarea del docente
Remedios Varo, La Lecon D ‘Anatomie
Si entendemos que el docente es quien diseña el currículo, su primera tarea consiste en identificar los temas relevantes del mismo. Una vez seleccionados, tratará de reconocer las ideas importantes que se pretenden enseñar en torno de ellos. Luego, analizará los temas del debate diario, las preocupaciones en la región y fuera de ella, y finalmente, estudiará la posibilidad de conectar el tema curricular con las preocupaciones actuales. Una vez que ha hecho esto, podrá diseñar el problema.
En síntesis, se trata de identificar los temas del currículo, expandirlos al relacionarlos con los temas del debate diario y construir el problema para la enseñanza. Estas tareas son inherentes a una práctica profesional. No se trata de aplicar los contenidos de un texto sino de armar, desarmar y volver a armar el currículo acorde con lo que vale la pena enseñar y aprender asumiendo decisiones autónomas y responsables.
Los docentes al diseñar los problemas deberán analizar cuáles son los contenidos que se podrán abordar para el tratamiento del problema, y cuáles serán los materiales que se pondrán a disposición de los estudiantes, las recomendaciones de fuentes, las sugerencias en torno a entrevistas u otros recursos para posibilitar la resolución del problema. Seguramente el trabajo en grupo o de pares posibilitará el tratamiento del problema en un mayor nivel de profundidad. La evaluación de las resoluciones y del esfuerzo de los estudiantes será motivo de ayuda o aliento para favorecer mejores tratamientos.
Antes de iniciar la estrategia es necesario señalar a los estudiantes el alcance de la tarea, el tiempo asignado, el tipo de trabajo que se espera. Luego, se presentará el problema y se ayudará a los alumnos a identificar lo que se sabe y lo que no se sabe con el objeto de formular con la mayor precisión posible el problema. La presentación del problema puede ser mediante fuentes, tales como el diario o un documento o mediante una narración dramática, la lectura de una carta ficticia, un video, etc. A partir de ese momento la tarea del docente es de estímulo tratando que se produzcan procesos de colaboración entre los estudiantes de modo que no pierdan de vista la búsqueda analítica para encontrar soluciones.
Un problema puede formularse en sub problemas y asignar a diferentes grupos de estudiantes los diferentes sub problemas. En cada caso, será el docente -teniendo en cuenta los propósitos de la enseñanza y la complejidad o no del problema- quien decida la conveniencia de dividir o no al problema en esos sub problemas y asignarle roles diferentes a los alumnos.


La tarea del alumno


Remedios Varo, Fenómeno de Ingravidez
En primer lugar se trata de comprender el problema, tener claro lo que se sabe y lo que falta saber, cuáles son las ideas sustantivas y programar cómo se resolverá. Son los estudiantes los que deberán reunir y compartir información con el objeto de generar posibles soluciones, evaluarlas y comunicar, finalmente, la solución a la que arriban.
Es interesante reconocer que se pueden encontrar técnicas para favorecer la construcción de ideas novedosas. Para ello se le puede pedir al estudiante que se abstenga de formular juicios acerca del valor o no de una solución o idea, promoviendo la mayor cantidad de ellas. También se puede alentar a que encuentre soluciones extrañas o irreverentes. Al tratar de formular ideas sin pensar en el juicio acerca de su valor, alentamos la cantidad, en tanto al procurar pensar ideas extrañas alentamos la originalidad. Finalmente la combinación de cantidad y originalidad puede ser evaluada para repensar caminos y soluciones.
El trabajo en equipo permite que los estudiantes se organicen, distribuyan tareas, formulen y confronten hipótesis, deliberen sobre ideas diferentes y que cada uno se transforme en un recurso para los demás. Los alumnos no desempeñan espontáneamente bien estos roles. Ellos tendrán que reconocer, asumir y practicar las responsabilidades que cada uno tiene que asumir para el desarrollo de la tarea. Los docentes podrán favorecer estas actividades alentando a la autoevaluación para reconocer las tareas que se llevaron a cabo en la búsqueda por solucionar el problema planteado.
Finalmente, queremos señalar que no todos los temas del currículo se pueden enseñar mediante esta estrategia y que, probablemente, tampoco valga la pena hacerlo. Sin embargo, aquellos temas que podamos desarrollar de este modo, comprometerán al estudiante en un verdadero esfuerzo cognitivo que dotará de sentido a la enseñanza en cualquier nivel o campo disciplinario de que se trate.
Edith Litwin

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